sábado, 19 de marzo de 2011

Paracaidas

1ª Experiencia: El paracaidas más sencillo
Material
- Pinza
- Hilos
- Papel de seda
Procedimiento
Recorta un cuadrado de papel de seda, y anuda a cada punta un hilo, engáncha el otro extremo a una pinza. Ya tenemos el paracaídas





2º Experiencia: Paracaídas
Procedimiento
- Papel de seda
- Hilos


Procedimiento
En una hoja de papel de seda hacemos un círculo de 30cm de diámetro. 
En el centro recortamos un circuito de 5cm de diametro.


En los bordes del círculo grande hacemos agujeritos, ensartamos por cada uno un hilo de la misma longitud, el otro extremo de los hilos le incorporarmos un peso un muñequito, un paquete, etc.  









¿Que sucede? 
Para probar cómo funciona nuestro paracaídas en miniatura, lo dejamos caer, desde la ventana de un piso alto, con el peso hacia abajo. 
El peso tensará los hilos, el círculo de papel se extenderá y el paracaídas descenderá con suavidad y tomará tierra suavemente; si no hace viento, pero si lo hace, aunque sea leve, nuestro paracaídas será arrastrado hacia arriba, se alejará de casa o irá a caer en algún lugar apartado. 
Cuanto mayor sea la «sombrilla» del paracaídas, tanto mayor será el peso que podemos de él (el peso hace falta para que el paracaídas no se vuelque), tanto más lentamente caerá, si no hace viento, y tanto más largo será su viaje, si lo hace. 
Pero, ¿por qué se mantiene el paracaídas tanto tiempo en el aire? Como es natural, usted considera que el aire entorpece la caída del paracaídas; si el peso no estuviera atado a la hoja de papel, caería rápidamente a tierra. La hoja de papel aumenta la superficie del objeto que cae, sin aumentar casi nada su peso; y cuanto mayor es la superficie del objeto, tanto más sensible es la resistencia que opone el aire a su movimiento. 
Si comprendes esto, comprenderás también por qué flotan las partículas de polvo en el aire. Suele decirse: el polvo flota en el aire porque es más liviano que él. Esto es falso. 
¿Qué son las partículas de polvo? Partículas diminutas de piedra, arcilla, metal, madera, carbón, etc. Todos estos materiales son centenares y millares de veces más pesados que el aire: la piedra, 1500 veces; el hierro, 6000 veces, la madera, 300 veces, y así sucesivamente. Por consiguiente, las partículas de polvo no son más livianas que el aire; al contrario, son mucho más pesadas que él y en modo alguno podrían flotar en este medio como las astillas en el agua. 
Por lo tanto, toda partícula de cuerpo sólido o líquido debe caer inevitablemente en el aire, es decir, debe «hundirse» en él. Y, en efecto, cae, pero su caída se efectúa de un modo parecido a como lo hace el paracaídas. 
Esto se explica por el hecho de que en los granitos pequeños la superficie no disminuye tanto como el peso; en otras palabras, los granitos más pequeños poseen una superficie bastante grande comparada con su peso. Si compara un perdigón con una bala redonda que pese 2000 veces más que él, la superficie del primero resultará ser solamente 200 veces menor que la de la segunda. Esto quiere decir que la superficie del perdigón, si se compara con su peso, es diez veces mayor que la de la bala. Figúrese usted que el perdigón sigue disminuyendo hasta que se hace un millón de veces más ligero que la bala, es decir, hasta que se convierte en una partícula de plomo. La superficie de esta partícula, en comparación con el peso, será 20 000 veces mayor que la de la bala. El aire dificultará su movimiento con una fuerza 10 000 veces mayor que la que opone al movimiento de la bala. Por esto la partícula planea en el aire, es decir, apenas si se nota como cae, y el soplo más leve de viento hasta puede arrastrarla hacia arriba.