sábado, 19 de marzo de 2011

Una rotura extraordinaria

Una rotura extraordinaria Los ilusionistas hacen con frecuencia en escena un bonito experimento que parece extraordinario, aunque se explica con bastante facilidad. 



Figura 34

Un palo bastante largo se cuelga de dos anillos de papel; en los anillos se apoyan los extremos del palo. Uno de los anillos pende a su vez apoyándose en el filo de una navaja de afeitar, y el otro, está colgado de una gran pipa de fumar. El ilusionista coge otro palo, lo bolea, y le da con él un golpe al primero. ¿Y qué ocurre? ¡Se rompe el palo, y los anillos de papel y la pipa se conservan absolutamente indemnes! 
La explicación de este experimento es la misma que la del precedente. El golpe es tan rápido y la acción tan poco duradera, que ni los anillos de papel ni los s extremos del palo golpeado tienen tiempo de recibir desplazamiento alguno. Se mueve únicamente la parte del palo que recibe directamente el golpe, y por esto se rompe dicho palo. Por consiguiente, el secreto del éxito está en que el golpe sea muy rápido y seco. Un golpe lento y flojo no romperá el palo, sino los anillos de papel. 
Entre los malabaristas hay algunos tan diestros, que se las ingenian para romper un palo apoyado en los bordes de dos vasos finos, y el vidrio queda intacto. 
Digo esto como es natural, no para recomendar que se hagan semejantes trucos. Usted tendrá que conformarse con otras variantes más modestas de estos experimentos. Ponga sobre el borde de una mesa baja o de un banquillo dos lápices, de manera que una parte de ellos sobresalga libremente, y encima de estos entremos libres ponga un palito delgado y largo. Un golpe fuerte y rápido, dado con el canto de una regla en el centro del palo antedicho, lo romperá por la mitad, pero los lápices en que se apoyaban sus entremos continuarán donde estaban. 


Figura 35

Después de esto comprenderá usted por qué es imposible cascar una nuez presionándola suavemente, aunque sea con fuerza, con la palma de la mano, mientras que es muy fácil romperla dándole un golpe fuerte con el puño; en este último caso el golpe no tiene tiempo de propagarse por la parte carnosa del puño, y nuestros blandos músculos no ceden a la presión de la nuez y actúan sobre ella como si fueran un cuerpo rígido. 
Por esta misma razón una bala hace en la ventana un agujero pequeño y redondo, mientras que una china tirada con la mano, cuyo vuelo es mucho menos rápido, hace astillas todo el vidrio. Un empujón aún más lento puede hacer que la hoja de la ventana gire sobre sus goznes; ni la bala ni la china pueden hacer esto. 
Finalmente, otro ejemplo de este mismo efecto es el corte de un tallo por un golpe dado con una varilla. Presionando lentamente con la varilla, aunque sea con mucha fuerza, no conseguirá usted cortar el tallo, sino únicamente desviarlo hacia un lado. Pero si le da un golpe con impulso, lo cortará con toda seguridad, siempre que el tallo no sea demasiado grueso. Aquí también, lo mismo que en los casos anteriores, con la rapidez del movimiento de la carilla se consigue que el golpe no tenga tiempo de transmitirse a todo el tallo. Se concentra solamente en la pequeña parte, afectada directamente que sufre todas las consecuencias del golpe.